Granada, a los pies de Sierra Nevada es una mancha a los pies de una faldilla de pinares, campos de chumberas y vega, vista desde dentro luce colinas, valles y ríos, cerros y vega. La geología de esta urbe cuyos muros encalados están salpicados, casi coronados de puntas de ciprés es caprichosa y muy diversa. Verdes son sus jardines que contrastan con un terreno de peinadas ristras de olivares procedentes del norte y del suroeste. También peinan sus pendientes paralelas el trazado de bancales. Enmarcan el enclave también cerros de arcilla y pedregal que entronan barrios de cuevas y villas. Desde dentro, dos trazos umbríos y sinuosos de vegetación caduca hacen más ruido que muestran las aguas recién volcadas desde las fuentes de Sierra Nevada. Son los ríos alevines: el Genil y el Darro.
No hay artificio. La ciudad es honesta y accidentalmente bonita. La naturaleza acoge en sus pliegues aguas de las cumbres y las enmohece. Entre los dobleces de sedimento brotan las fuentes y se perforan las laderas. Son las cuevas. Ahora y siempre viviendas, si bien antes fueran madrigueras.
… Viene de su página oficial…»El Geoparque de Granada se encuentra en el sector central de la Cordillera Bética rodeado por algunas de las montañas más elevadas de la península Ibérica (Macizo Prebético y Sierra de la Sagra [2381 m], Sierra Mágina [2187 m], Sierra de Arana-Huétor [1940 m], Sierra Nevada [3484 m], Sierra de Baza-Filabres [2271 m], Sierra de las Estancias-Cúllar [1471 m], Sierra de Orce-María [1612 m]). Todas estas montañas conforman una depresión que representa la mayor parte del territorio del Geoparque y que tradicionalmente se ha subdividido en una mitad occidental (Hoya de Guadix) y otra oriental (Hoya de Baza), aunque en realidad conforman una única depresión intramontañosa.»
Es un tapiz de poliédricos retales de almendros, habas, espárragos, alcachofas y chopos. La llanura fluvial recoge dentro de su geoligía «mesopotámica» las últimas salpicaduras urbanas a modo de viejos secaderos de tabaco, azucareras y cortijadas. El agua ha lavado el sedimento y se ha depositado en un hueco haciéndolo llano. Por debajo de la tierra la humedad corre como en el Qanat de los Persas haciendo brotar de un enclave aparentente seco la vegetación ahora domada por los agricultores.
El espacio que siguen los ríos de la vertiente atlántica desembocan en el Río Genil y le dan nombre de “Vega de Granada”. En ella surcan las acequias musulmanes y enriquecen la ciudad. En las entrañas de esta planicie riman los poemas de Federico García Lorca y sangran los dramas de la historia humana. Para observarla, la Alhambra arrogante, por enima de un hombro de bosque, en la cumbre de la Sabika resguarda al Realejo y al Albaicín.
Dentro de este enclave geológico de Granada está el centro urbano. Es encagado abajo donde más gente vive, siendo testigos permanentes de la presencia de las colinas coronadas. Cuatro promontorios exhiben coronas, parecieran parejas bienavenidas, de sultanes, reyes, emperadores o cuentos. El Albaicín luce San Nicolás y San Cristóbal; El Realejo, cuyas coronas son Torres Bermejas y el Alhambra Palace; El Sacromonte con la Abadía y San Miguel Alto; en la Sabika, Alcazaba de la alhambra, Torre comares; y en el Cerro del sol, Generalife y Silla del Moro.Pero muchas otras las peinan también: Carlos V, el Salvador, La Chumbera, El Carmen de los Mártires, Dar-al-Horra, Manuel de Falla, Rodríguez Acosta, Santa maría de la Alhambra… Y eso no son más que las alhajas de las cumbres.